(Por Mariano Machaín (*)) Cuando hablamos de tortura, solemos hablar en masculino: hay torturadores y torturados. Raramente se discute y se investiga sobre una realidad soslayada, pero no menos preocupante: aproximadamente un tercio de las personas que han presentado quejas por tortura ante comisiones de derechos humanos son mujeres, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).